Sentimental

Monday, April 26, 2010

LIBERTAD?



Continuando con la contrariedad que me arrebata la claridad mental, mi siguiente duda es: que es para mi la libertad? Amante incondicional de esta misma palabra, he procurado serle siempre fiel, aunque he de reconocer, he tenido algún escarceo olvidándola sin desearlo en el baúl de los hastaluegos.
Y de repente cuando mejor es nuestra relación.. cuando más maduros nos encontramos y con más ganas de pasar juntos el futuro anhelado, aparece un contratiempo que me hace hasta plantear romper con la libertad y su inseparable libertinaje. Y lo mejor de todo es que no siento recelos, ni siquiera nostalgia, tan solo la incertidumbre de que quizás me enrollaba con la libertad en lugares equivocados, e incluso podría aprovechar la oportunidad de enfocar nuestra relación como algo menos libertario. Quizás la locura empiece a fijarse en mi, o quizás el amor haya amansado mis criterios. Pero el caso es que no me importa sentir lo que siento, mientras lo sienta, me sentiré libre, aunque para ello sacrifique, contradictoriamente, mi libertad.

Thursday, April 22, 2010

Vértiginosamente contradictoria



La sensación de vértigo en ningún caso es agradable. Aunque hay que reconocer que es morboso sentir cómo el aliento se entrecorta y el riesgo a morir aumenta, aunque sea sólo psicológicamente. Es autentico catar que uno esta vivo aunque sea través de una terrorífica sensación, pero al fin y al cabo es más fácil sentir la conformidad que te aporta el tener los pies seguros sobre la insegura tierra.
Siempre he creído que la estabilidad de mi cuerpo equilibraría cada paso aunque la tierra temblara debajo de mi. Pero lo cierto es que nunca había caminado sobre arenas movedizas perdiendo cualquier sensación de control y sintiendo que la vida es únicamente efímera.
El otro día tropecé con un tenebroso bosque en mi camino pero conducida por una impulso incontrolable me adentré en él resultando ser de una belleza tan hermosa que jamás habría podido soñar. Caminaba sorprendida de cuanto veía a mi alrededor. Y sin temor a nada empecé a trepar los árboles y abalanzarme entre las enredaderas aún sabiendo que podría dañarme o morir al caerme. He andado sin necesidad de comer o dormir durante días palpando cada animal, olisqueando cada ser vivo, amando cada paso que daba. Sabía que esa situación no podía durar y me detenía a respirar alimentando mi conciencia con contradictorios argumentos.
Y llegó el fin del camino. Sabía que no podría dar marcha atrás. Ahora me siento en el precipicio disfrutando de esta incesante sensación de vértigo, asumiendo que la ansiedad podría no cesar.
Pensando que quizás no me dañe al caerme. Que quizás simplemente me sacudiera las malezas y comenzara un nuevo camino. Pero sé, porque lo siento, que sobre este camino no llegaré nunca a pisar tierra firme. Ahora la pregunta es: prefiero la palpable llanura donde habita la calidad de la conformidad o envolverme en terribles aventuras que un día sobre la butaca del salón, cuando los años me hayan abofeteado, pueda recordar.